Una casa a imagen del alma

La Vanguardia – 19 Junio 1998

Autor: Juan Bufill

La casa-mandala del Sr. Hoc

“La casa-mandala del Sr. Hoc” es un conjunto de cuadros con el que Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas recuperan y actualizan la perdida tradición de los diagramas.

Se presenta como una recreación pictórica de un ya desaparecido edificio ideado, tras la desintegradora Segunda Guerra Mundial, por el suizo Adam Hoc. Un nombre sospechoso, pues por contracción se convierte en un oportuno “Ad Hoc».

El políptico de Szenczi y Mañas se estructura en forma de cruz, cuyo centro es un laberinto. A cada brazo de la cruz le corresponden un punto cardinal, una estación del año, una hora del día, un sentido, un color y un elemento natural. La casa-mandala está compuesta por veinte estancias, y a cada una de ellas le corresponde un concepto-imagen que representa una potencia humana.

Es, pues, una casa de pinturas que representa las distintas y complementarias potencias del alma, que son también del cuerpo y del espíritu. A diferencia de los diagramas antiguos, que se expresaban mediante figuras humanas o geométricas, los de este mandala representan sobre todo objetos y añaden a la dimensión simbólica y trascendente ciertas dosis de sentido del humor.

La visita a esta casa imaginaria hay que empezarla desde el lugar de la aurora y la primavera. El ala oriental está presidida por la estancia del amor y se asocia al agua, al tacto y al color verde. En ella crece una gran planta cuyos frutos parecen corazones, que penetran y atraviesan los muros en distintas direcciones. Es el ala de la unión, del juego, de la sensualidad y del instinto (una amalgama de cuerpos como cuernos o lunas). Sigue a ésta el ala del sur, que es la del verano, el mediodía, el olfato, el color blanco y el aire, y en ella encontramos las habitaciones de la acción, la voluntad, el esfuerzo, la perseverancia y la expansión.

El ala de poniente se corresponde con el otoño, el atardecer, el pensamiento, el amarillo, la tierra v el sentido del gusto. En ella se encuentran las habitaciones de la memoria ─ un cofre ─, la inteligencia, la intuición ─ un circuito con dos espirales complementarias, hacia fuera y hacia dentro ─, y el conocimiento. Esta última expresa, con lucidez, una noción antifundamentalista del conocimiento, pues superpone dos formas completamente distintas: una compacta y angulosa pirámide y una curvilínea y ligera cinta roja.

Finalmente, por la puerta del norte se llega al ala del invierno, la imaginación, la noche, el fuego, el color rojo y la vista, que incluye las estancias de la interiorización, el despojamiento ─ con una ventana por donde la luna proyecta no su figura, sino su luz ─, el éxtasis y la contemplación. Y en el centro, el laberinto, asociado al oído, el azul y el éter.

 

Una pareja para un mandala

Brigitte Szenczi (Budapest, 1943) y Juan Antonio Mañas (Madrid, 1946), forman una rara pareja artística. Ambos comparten residencia y estudio en Barcelona y exponen juntos desde hace veinte años, pero suelen realizar y firmar sus obras por separado. En la galería Quart presentan algunos cuadros por separado, como un irónico “Paraíso reencontrado” de Szenczi, que cuenta también con su serpiente, o una representación de “El destino” según Mañas.

El núcleo de la muestra es, sin embargo, la “casa-mandala” que le da título, que firman juntos y que es una obra destacable en una trayectoria donde lo simbólico ha estado siempre presente. En este caso la pareja es un trío, pues en la concepción y presentación del proyecto ha participado también Vicenç Ferran Martinell, colaborador suyo desde que en 1977 expusieron por primera vez en la sala Dos i Una, de Barcelona.

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