La inclinación por el recuerdo como huella del tándem Brigitte Szenczi – Juan Antonio Mañas
Hacia el final de su vida el pintor escritor y compositor Alberto Savinio acometió la tarea de redactar una enciclopedia para su uso personal por el desencanto que le habían producido cuantas había consultado. En ese caprichoso y titánico empeño, que la muerte truncó y sólo fue publicada en una muy tardía reconstrucción póstuma, Savinio confiesa ante el término “memoria» su preferencia, frente a la expresión «saber de memoria» que italianos y españoles compartimos, las equivalentes francesa de “saber por el corazón» e inglesa de “tener en el corazón», reveladoras a su juicio de que “la cosa recordada la guardamos en el órgano mismo de los afectos».
Los memorables Paisajes de la memoria que reúnen, para su nueva exposición, el tándem formado por los pintores Brigitte Szenczi (Budapest, 1943) y Juan Antonio Mañas (Madrid, 1946) comparten de hecho aunque con un sesgo distinto en la estrategia de cada artista, esa inclinación saviniana por el recuerdo como huella impresa en la arcilla de lo afectivo.
Y es esa afectividad la que, finalmente, prima a modo de catalizador, en la sintaxis de corte simbolista por medio de la cual los rastros del propio pasado o los fantasmas domésticos se materializan, con estas pinturas, en metáfora de una figura del mundo, en emblema moral acerca del destino de nuestra cultura.
Ya sea en las instantáneas del viejo álbum familiar a las que Szenczi otorga una dignidad de escena mitológica o en el clima áureo de esos estíos que Mañas redespierta también a la luz de aquello que Savinio definió como “la dulce ciudad de la infancia» que se superpone, incesante, a las “vanas sombras» que jalonan la existencia, estos fascinantes parajes mnemónicos elevan la apuesta de ambos hasta un horizonte de turbadora intensidad, ya entre las más rotundas de las figuraciones alegóricas en el panorama actual de nuestra pintura.
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