Catálogo Galería Alfredo Viñas

Catálogo Galería Alfredo Viñas, mayo de 2006

Autor: Jaume Vidal Oliveras

Los pintores Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas presentan y realizan sus exposiciones en común. No es habitual, pero desde el ya lejano 1975, cuando prepararon y realizaron su primera exposición en colaboración, su obra e itinerario sigue caminos paralelos. La realización es individual, cada uno firma sus propias pinturas; la sensibilidad también es diferente… Pero en ellos existe una manera de concebir y pensar la pintura. En un dialogo constante, ellos han construido un universo.

En cada una de sus exposiciones hay, por decirlo de alguna manera, un argumento que se desarrolla o que deriva en multitud de ramificaciones. En cada intervención pública, plantean una especie de microcosmos con itinerarios y puntos cardinales. Y en este sentido, tal como la veo, la muestra que presenta la Galería Alfredo Viñas es una reflexión sobre el artista y los símbolos, el pintor y su método.

 

Innovatio, renovatio

La historia que nos cuentan, podría iniciarse con la pintura de Juan Antonio Mañas titulada Innovatio, Renovatio. En ella se describe un paisaje muy particular: no es una imagen “realista”, se trata de un orden simbólico. En este paisaje existe una figura que mira hacia el horizonte y en particular a una aglomeración urbana sobre la colina. Yo sé que este personaje es un mago.

Él lleva una vara como las que emplean los chamanes, los peregrinos, los sabios, o los maestros. En su caso se prolonga a las profundidades de la tierra porque el suyo es un saber oculto. Es portador de un mensaje que está escrito en aquella ciudad. El espectador sabrá descifrarlo si observa con atención entre aquella arquitectura y leerá algo que tal vez le pasó desapercibido en un primer momento: “lnnovatio, Renovatio“. Esta es la batalla con la cual están implicados Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas como artistas. Están comprometidos con los tiempos modernos, pero también con la memoria y acaso, más que con la memoria, con un saber antiguo.

Sin embargo este paisaje aparentemente plácido posee aspectos contradictorios y extraños. El tronco hueco del primer término puede ser según los tratados de simbología, la expresión de una matriz, el contenedor de un algo que ha de transformarse o nacer. Pero también el árbol hueco lleva implícito otro significado: acaso sea el símbolo de la muerte. Y así otros aspectos, como el paisaje industrial del fondo que se contrapone al primer plano o elementos disonantes como el monumento que, a modo de ironía, sobrevuela la ciudad. En este paisaje hay una tensión soterrada. Esta tensión yo la interpreto como las inquietudes del artista, sus esfuerzos y sus trabajos, frente a los peligros y dudas que lo acechan. La exposición despliega en diferentes estados una historia que no es otra que la del artista y su búsqueda. De alguna manera la exposición es una visualización o puesta en escena de aquella tensión intuida en el paisaje. Paso por paso como en un itinerario nos aproximamos a la batalla secreta de Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas como pintores.

 

Los hilos de la trama o el artista como Teseo

Para mí, un cuadro muy hermoso de Brigitte Szenczi, Los hilos de la trama, expresa la búsqueda del artista en el laberinto. La pintura nos descubre un fragmento de un espacio y de un recorrido que nunca veremos completo. Se nos oculta intencionadamente, pero sin duda se trata de un espacio inquietante. Hay algunos elementos que me interesa destacar: las puertas entreabiertas en las que asoma un personaje “pictórico», la decoración mural que podría pensarse como un desdoblamiento de aquella particular arquitectura en planta ─ o del itinerario de las figuras que lo habitan ─, el ovillo de hilo en el carrito que lleva la figura de espaldas como un nuevo Teseo… Es una obra que habla del destino, pero en el contexto que estamos intuyo que alude al destino del artista y a su búsqueda, El motivo que corona el edificio, el ojo, puede tener muchos significados, pero esta es una de las insignias y el distintivo del pintor.

¿Pero que es lo que busca este artista? Los hilos de la trama, se relaciona por su proximidad con otra obra de la misma Brigitte Szenczi, El gran mercado del mundo. Cuando me la mostró en su estudio, la pintora aludía a una rara idea: un supermercado espiritual en la que cada uno escogía sus símbolos, sus pensamientos, sus objetos, etc. Cierto. Pero en este pasillo del que nunca veremos el final, hay algo más: intuyo que el supermercado acaba siendo también un laberinto o calidoscopio de símbolos.

Paralelamente, Juan Antonio Mañas realizó una serie inspirada en las galerías comerciales del siglo XIX, los célebres pasajes de los que habla Walter Benjamin y de las que aquí se exhiben: Allons chez Breton, Solsticio en Leo, Invernadero, Los Baños de Diana y El agua y los sueños. Estas obras son la continuación de las anteriores. Son también la expresión de un laberinto de símbolos, pero introduce un elemento nuevo. Un día él mismo me explicaba ante una de aquellas piezas que de alguna manera expresaba el inframundo, es decir lo subterráneo, lo que no se observa a simple vista. Este inframundo, precisamente porque no es visible, es otro lenguaje. Se trata de unos signos herméticos muy difíciles de descifrar, pero me interesa destacar el contexto en que se sitúan: una geografía de la ruina. Además, algunos de ellos están semisumergidos en aguas estancadas. Es, en definitiva, un mundo en descomposición.

Yo intuyo que Juan Antonio Mañas como Brigitte Szenczi aluden a un saber muy antiguo, cuando los símbolos explicaban o contribuían a explicar el mundo. Estos pasajes o el supermercado de símbolos son los despojos, los restos olvidados de una manera de entender el mundo a través de las imágenes.

 

Un lenguaje alegórico

¿Qué puede hacer el artista cuando el mundo aparece como un calidoscopio de imágenes, cuando los símbolos que lo iluminaban y cohesionaban, se han olvidado y cuando existe la conciencia de pérdida de su unidad?
Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas recuperan símbolos y reescriben historias con fragmentos. En ellos hay una noción muy importante, el collage. Claro que entiendo la noción de collage en términos muy amplios, como el unir elementos heteróclitos, un bricolage por el cual se cosen y se entrecruzan símbolos e historias. Cuando ya no existen los grandes sistemas, el collage aparece como la única estrategia posible.
Brigitte Szenczi ha explicado muchas veces que ella utiliza fotografías de su álbum familiar y el de sus ancestros que, para ella, poseen un alto valor emotivo Tal es el caso de Los excursionistas, aquellos viajeros que llegan a una cima y no se percatan de la existencia de una ciudad al fondo. O también de La comida en la que celebran un ágape en el interior de un edificio funerario. En realidad estos personajes están extraídos de fotografías personales y situados en otro contexto. ¿No es esto un collage?

 

EI mundo como nostalgia

El mundo de Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas es muy rico en matices, sin embargo hay un aspecto que sobrevuela su pintura: la nostalgia. Esa recomposición del collage lleva la marca de la melancolía, la conciencia de una pérdida.

Un cuadro muy hermoso de Juan Antonio Mañas, Crepúsculo, acaso exprese esa idea de nostalgia aunque es difícil interpretar esta imagen. El motivo es el muro, un muro que posee la impronta de la memoria: hecho con sillares y elementos de diferente factura, es también una suerte de collage, en el que han contribuido diferentes civilizaciones. Cierto que existe una abertura, pero ese muro, con los árboles resecos al fondo, divide un espacio sin saber muy bien dónde esta el adentro y el afuera.

Pero ante todo interesa destacar que es un muro parlante en el que se proyectan una especie de sombras. Este muro posee una dimensión fantasmática: es el espectro de la muerte… Se trata de una ruina habitada por fuerzas misteriosas, capaz de desatar maldiciones y crear efectos hipnóticos.

 

Los constructores

El profesor Ignacio Gómez de Liaño en sus investigaciones sobre mandalas y el arte de la memoria hizo que Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas se interesaran por un método de formar imágenes y relacionarlas entre ellas que había sido utilizado por antiguas tradiciones filosóficas y religiones. Ellos se dirigieron a él no como una simple arqueología, sino que captó su atención porque ─ como dijo Vicenç Ferran ─ intuían que podía “abrir perspectivas iluminadoras para el hombre contemporáneo».

Un mandala es un diagrama que facilita relacionar conceptos e imágenes, en otras palabras, facilita el pensamiento. Esta es la idea clave: una cartografía que conduzca y sirva de guía a la mente. Los constructores es una forma mandálica, un diagrama, léase también retablo, que permite situar y asociar imágenes. Juan Antonio Mañas me explicaba que esta obra de Los constructores poseía una dimensión positiva o benéfica. Con el fondo de un paisaje inundado, los artistas construyen un espacio protector para las figuras centrales que irán poblando de símbolos. Y no tan solo se tienen en cuenta los motivos, sino el dónde están localizados ya que, intercambiables, según el lugar que ocupen en el esquema, motivarán lecturas diferentes.

Esa idea de método, de intercambio de motivos, de diagrama está implícito ya en el collage, en aquel supermercado de símbolos y en los pasajes… Eran enfoques de un mismo problema.

Interesa destacar que esta pieza incorpora el autorretrato de Juan Antonio Mañas y el retrato de Brigitte Szenczi, un aspecto altamente significativo: ellos están comprometidos con un ideal. Los constructores, expresa metafóricamente la idea de una recomposición, o mejor la idea de un método con «fundamento» para afrontar la pintura en los tiempos modernos.

 

Coda

Para hacer este recorrido de la exposición me he inspirado en un método: el tarot, o mejor en la combinatoria del tarot como máquina narrativa. En el tarot ─ como en los ideogramas ─ hay una ley básica: el significado de cada carta no depende de sí misma, sino del lugar que ocupa en la sucesión de cartas que la preceden y que la anteceden. Sólo cuando se articulan en una secuencia, cuando se combinan unas con otras dan lugar a un sentido. Es la relación de unas cartas con otras, lo que construye la narración. Si el tarot es como una máquina de pensar es por su capacidad combinatoria: cuando se enfrentan dos cartas, se provoca una chispa, una iluminación, un pensamiento. Pero esta chispa no es diferente al empeño de Walter Benjamin de articular un discurso a través de la relación de un material diverso: el saber como asociación de fragmentos dispares.

En fin, la secuencia de cartas ha evocado el misterio de la combinatoria, el lenguaje alegórico del que habla Benjamin, los diagramas, el collage… , pero otras muchas interpretaciones son posibles. Todo depende de la secuencia y el orden en que se sitúen los cuadros.

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