Arqueologías personales

La Vanguardia, abril de 1995

Autor: Juan Bufill

La abstracción ha sido una vía privilegiada del arte de vanguardia, pero de vez en cuando surgen exposiciones que nos recuerdan que también desde una figuración que en ocasiones puede parecer incluso realista, es posible ir más allá de la mera copia de la realidad visible. Ahora mismo coinciden en Barcelona dos exposiciones que demuestran que a partir de la figuración sigue siendo hoy posible deslizarse hacia territorios más ambiguos y sugerentes.
Bajo el título «El espejo en el laberinto» la pareja formada por Brigitte Szenczi (Budapest, 1943) y Juan Antonio Mañas (Madrid, 1946), presentan pinturas realizadas y firmadas por separado y algunas esculturas firmadas conjuntamente, así como algún relieve o diorama. Ambos artistas residen en Barcelona desde 1975, pero lo cierto es que desde su primera exposición conjunta en Dos i Una en 1979, han expuesto con mayor frecuencia en otras ciudades españolas o europeas.
Aunque es fácil emparentarles con la pintura metafísica de De Chirico y con el clasicismo a veces también simbolista de Guillermo Pérez Villalta, la obra de Szenczi y Mañas es muy personal. Es sobre todo evocadora y simbolista, como indican títulos suyos como «Jardín cerrado», «Pensamientos de otoño», «Más lejos todavía», «La ciudadela» o «Arqueología familiar». En ella conviven la belleza clásica y el exotismo o la rareza, la arquitectura y la figura humana, la geometría y la ausencia, la luz y el enigma, el viaje y la quietud. Con referencia a lugares mágicos ─ como las ruinas de la montaña de Nemrut, en el Kurdistán turco ─, al pensamiento místico o a espacios arquetípicos como el desierto o el laberinto, parece ser fruto y puede ser semilla de viajes interiores y exteriores […]

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