El arte de conocerse

La Vanguardia – Mayo 1999

Autor: Josep Massot

Szenczi y Mañas proponen en Manresa un viaje a «La casa del abismo»

Brigitte Szenczi y Juan Antonio Mañas han instalado en Manresa su “Casa del abismo”, viaje laberíntico a través de la experiencia estética, la alegoría y el símbolo hacia el conocimiento interior.

Los dos pintores, que trabajan juntos desde 1976, han construido una casa laberinto con pasillos de paredes altas, estancias con decorados interiores, entradas de 80 centímetros. El viaje ritual se inicia en “La cruz del mandala”. En el centro, la representación del dédalo con forma de cerebro humano abierto a los cuatro puntos cardinales. “Cada uno de ellos es también un ala de la vida”, dice Mañas, con sus escaleras de espiral, ventanales que dan al exterior o con postigos cerrados que acentúan lo interior.

El lenguaje de los símbolos aventaja al racional, en que nutre un vértigo de sentidos y llega a espacios inaccesibles a la lógica aristotélica.

Las cuatro posibilidades abiertas en forma de cruz-mandala se identifican con las estaciones y cada estación con el hombre en relación con el mundo: la primavera o el amor, la acción en verano, la reflexión del otoño y la imaginación en invierno.

Cada estancia está bajo el signo de un color distinto. Mañas los traduce: se parte de lo terreno (naranja) para pasar al amarillo-ocre que acoge las alusiones al hombre reflexivo. El verde tiñe el espacio de los sentidos y de la representación (“El laberinto de la representación”). El azul claro sintoniza con la ciudad del tiempo, “Cronópolis”: mujeres tejiendo, personajes de diversas épocas y edades paseando entre edificios antiguos, presentes y futuristas.

El final de viaje es color violeta oscuro, “La casa del abismo”, otro mandala, esta vez circular, según un programa ideográfico de Ignacio Gómez de Liaño, autor de “El círculo de la sabiduría”, donde sostiene que los mandalas nacieron en Occidente y pasaron después a Oriente y al budismo.

Mañas y Szenczi presentan su máquina de la sabiduría, basada en la rueda luliana y el “ars combinatoria” del filósofo. Es una mesa con forma piramidal de 130 x 130 x 74 centímetros, construida a partir de una base cuadrada en tomo a un eje o “axis mundi”, y dos ruedas divididas en compartimientos con figuras simbólicas que el visitante puede hacer girar para asomarse al juego de las combinaciones que permite encadenar conceptos y frases. “Giran y giran hasta que llega el momento en que, como los colores que se disuelven en el blanco cuando se hace girar un disco que contiene el espectro cromático, las diferencias se borran o, por mejor decir, son transferidas a otro plano”, en palabras de Ignacio Gómez de Liaño.

Este catedrático de Estética explica en el catálogo los diez niveles de la “máquina combinatoria” en la que los dos artistas han dispuesto los conceptos, las alegorías ─ el alimento que nutre el entendimiento ─ y las figuras de filósofos y escritores, Séneca, Bruno, Nietzsche, Platón , Llull… Son figuras y conceptos (bondad, inmovilidad, participación…) que, al combinarse, invitan a la reflexión y a la iluminación del visitante. Entre las posibles frases que el azar teje: “El límite de la inmovilidad es la vida” o “el espíritu reintegrador de Nietzsche es la participación de la felicidad” o “la bondad de Platón pone límites a la originalidad con el pensamiento”.

“Hemos querido proponer un viaje por el espacio de la exposición de manera que por medio de la contemplación de las obras los espectadores tengan no sólo una experiencia estética, sino que aumenten el conocimiento de ellos mismos. Para nosotros, el arte figurativo, unido al concepto permite la reflexión.”

Comments are closed.